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14 de octubre de 2008

Reflexiones sobre ética. Entrevista al doctor en Filosofía Osvaldo Guariglia




Currículo del Dr. Guariglia
Lejos de ser un estudio reservado a los filósofos, la reflexión ética es una práctica que todas las personas podemos desarrollar. Implica pensar las normas que operan en la forma de relacionarnos con los otros y con la sociedad en su conjunto.

La reflexión ética cuenta con una larga historia. Muchos pensadores han trabajado sobre las normas sociales o sobre el límite entre lo justo y lo injusto, entre otros temas.

En esta entrevista, Guariglia recorre esta tradición y explica de manera sugerente el sentido de este pensamiento y sus vínculos con la democracia, en una sociedad fundada en el derecho y la tolerancia como base de las relaciones entre las personas.
Una larga tradición: orígenes del pensamiento ético

-Para comenzar, ¿cuáles fueron los motivos por los cuales usted decidió estudiar y dedicarse a la filosofía?-Yo me recibí muy joven de bachiller e ingresé de inmediato en la Facultad de Medicina, porque mi padre era médico. Luego de hacer el primer año descubrí que lo que más me gustaba, en realidad, era la biología; pero luego me di cuenta, cuando ya estaba estudiando esa carrera, de que lo que me interesaba era la especulación: el origen de la vida, etc. Cuando finalmente entré en Filosofía, bueno, esa carrera sí satisfacía mis expectativas originales, era un espacio de reflexión sobre el mundo y la vida. Inicialmente me dediqué a la filosofía antigua: la filosofía griega, los filósofos presocráticos y Aristóteles . Cuando fui a Alemania a hacer el doctorado continué trabajando sobre esa misma temática, hice mi tesis doctoral sobre la filosofía de la lógica y la dialéctica en Aristóteles. Pero fue entonces, en Alemania, cuando descubrí que lo que más me interesaba era la ética y la filosofía política.

-Básicamente, ¿qué es la ética?-La ética es la disciplina filosófica en la cual, desde los griegos hasta la actualidad, se reflexiona sobre las conductas morales. Toda sociedad tiene un conjunto de reglas que respeta en su forma de convivencia y tiene también modelos de vida que, de alguna manera, guían los proyectos y planes de vida de sus integrantes.

Los primeros que se preguntaron qué tipo de fundamentos pueden tener esas reglas de conducta y esos planes de vida fueron los filósofos griegos, dentro del movimiento de la sofística y la escuela socrática, que comprende tanto al mismo Sócrates como a Platón , a Aristóteles y a los estoicos . En la Antigüedad hubo otras tradiciones de pensamiento diversas e independientes de ésta, por ejemplo la iniciada por Demócrito y continuada por Epicuro . Luego, mucho tiempo después, a partir del siglo I después de Cristo, la tradición de la filosofía griega comienza paulatinamente a combinarse con la reflexión teológica cristiana. En la historia de la ética occidental confluyen las dos tradiciones, la tradición griega, en su línea socrática, y la tradición teológica del cristianismo. Por ejemplo, el neoplatonismo de San Agustín , o la recuperación de Aristóteles por parte de Santo Tomás de Aquino . En gran medida, las teorías éticas de los filósofos modernos, en el siglo XVII, fueron herederas de esa confluencia de las tradiciones griega y cristiana. Durante el período moderno, las tradiciones kantiana y utilitarista ocuparon un lugar central y quizá dominante.
La reflexión actual: ética y democracia

-Los historiadores, los sociólogos o los antropólogos pueden ocuparse de reflexionar acerca de las creencias morales de las personas, acerca de cómo piensan que deben vivir, acerca de las reglas de convivencia que reconocen distintas sociedades. ¿Qué diferencias hay entre estos enfoques y el característico de la ética normativa?-Se puede decir que entre 1920 y 1960 hubo una especie de desaparición de la ética normativa. Diversas corrientes filosóficas confluyeron en la idea de que dicha disciplina no podía desarrollarse autónomamente, o incluso que no tenía razón de ser. Muchos pensaron, en definitiva, que el estudio de la moral positiva o de las distintas morales positivas debía ser dejado exclusivamente en manos de la sociología de las costumbres o de la antropología. Así como los antropólogos describen las creencias de los pueblos primitivos y, como parte de esa tarea, describen también cuáles son sus normas morales, sus normas de convivencia, de la misma manera sociólogos y antropólogos podían describir cuáles eran las normas morales y las reglas de convivencia de las sociedades contemporáneas. Esto era así porque se consideraba que estas normas morales eran absolutamente convencionales y no había ninguna posibilidad de fundamentarlas.

Esto cambió drásticamente a partir de fines de los años sesenta y principios de los setenta con la publicación de obras como Teoría de la justicia, del filósofo norteamericano John Rawls , y de trabajos de filósofos, como Jürgen Habermas . A partir de ahí tenemos el renacimiento pleno de la ética normativa. La idea central de la ética normativa estriba en que es posible ofrecer una justificación racional de nuestras creencias morales y que también se puede hacer una crítica racional de dichas creencias. La filosofía normativa retoma la vieja tradición: presupone la idea de que las normas morales tienen un fundamento racional que debe ser puesto al descubierto. Supone que las normas morales constituyen un aspecto de la realidad tan identificable y tangible como lo es la realidad social en otros aspectos, como lo son los sistemas sociales, el sistema económico, etc. Esta realidad se expresa en última instancia en las estructuras del derecho y también en las normas morales que, finalmente, están implícitas en las estructuras fundamentales del derecho.

Podemos decir, en este mismo sentido, que actualmente, a cincuenta años de la Declaración Universal de Derechos Humanos, hoy todo el mundo se da cuenta de que esa declaración (que en gran medida repite simplemente la Declaración de los Derechos del Ciudadano de la Revolución Francesa o el Bill of rights de la revolución norteamericana o los derechos fundamentales contenidos en el artículo 14 de la Constitución de la República Argentina) es, en última instancia, el conjunto de derechos básicos morales que permiten que una sociedad se desarrolle como una sociedad democrática. Se trata del anverso y el reverso de una misma situación. No hay democracia si no hay en su base un conjunto de principios éticos fundamentales, que no solamente garantizan sus derechos a cada ciudadano sino que son también los que de alguna manera imponen a las personas un conjunto de deberes para con los otros ciudadanos. De igual modo, la democracia es una de las condiciones indispensables para la vigencia de esos derechos.
El trabajo del filósofo, hoy

-¿Qué hacen los filósofos? O más precisamente, ¿cuál cree usted que debería ser su tarea, fundamentalmente en el caso de los filósofos que se especializan en ética y filosofía política?-En la actualidad, el filósofo no debe tener expectativas desmesuradas respecto de su papel o de su función, cosa que ha ocurrido en algunas tradiciones de la filosofía política. No puede creerse un personaje privilegiado que ha descubierto la verdad y solamente debe revelarla, para que los demás la sigan o justificar que se les imponga a los otros coercitivamente.

El filósofo actual debe separar lo que es propiamente su quehacer filosófico de su responsabilidad como ciudadano. Su tarea filosófica es una tarea de esclarecimiento y reconstrucción. Por ejemplo, el filósofo que se dedica a la ética debe analizar las normas básicas que están implícitas o supuestas en las reglas de convivencia. Debe evaluar hasta qué punto forman un sistema consistente y reflexionar acerca del modo en que este sistema de normas puede ser enriquecido por la reflexión filosófica.

El filósofo puede aspirar a presentar, como resultado de ese trabajo de esclarecimiento y reconstrucción, un modelo en contraste con el cual los desvíos de una sociedad real puedan ser criticados. Esta actividad no da al filósofo ninguna autoridad especial, en el caso de que considere pertinente hacer críticas al modo en que está organizada una sociedad real y crea que debe contribuir activamente a producir un cambio. Su única herramienta deben ser los argumentos, es decir, debe convencer a los otros ciudadanos de que esas críticas son correctas, como debería hacerlo cualquier otra persona.

-Estoy de acuerdo. La filosofía no da una autoridad especial; conocer teorías éticas no otorga a las opiniones de ninguna persona prioridad sobre los puntos de vista de los demás. Por otra parte, los dilemas y controversias morales que tienen lugar en la vida cotidiana se trasladan al terreno del debate filosófico. Así como diferentes personas pueden tener ideas diversas acerca de qué es una buena vida o de cómo resolver un conflicto moral, distintas teorías filosóficas pueden permitir justificar acciones o normas. En relación con esto, si la filosofía no ofrece recetas indiscutibles para resolver los problemas, ¿cuáles son las ventajas que nos puede reportar el ocuparnos de estudiar ética? Más concretamente, ¿por qué es importante que los estudiantes, por ejemplo, en materias como Formación ética y ciudadana, tengan contacto con la filosofía?-Yo creo que hay un aspecto en el que la filosofía, y en especial la ética, pueden ofrecer una contribución importante a la formación de los estudiantes, que es única. Se trata de enseñar a sostener posiciones basadas en argumentos. Eso quiere decir que tienen que estar fundamentadas en el conocimiento más preciso al que se pueda llegar de la situación y en posiciones claras con respecto a las normas que uno acepta. Para eso aparece inevitablemente la necesidad de comprender la posición del otro, de no imponerle ciegamente la propia. En última instancia se trata de reconocer que hay un ámbito de problemas en el cual se puede llegar a la solución de los conflictos, en el que es posible alcanzar, tras la discusión argumentada, libre y abierta, grados importantes de consenso, y otro ámbito de problemas y conflictos que se apoyan en posiciones irreconciliables. En este punto, la ética tiene mucho que decir, justificando, ofreciendo argumentos a favor de la idea de que, en tanto ciudadanos de un Estado democrático, vivimos y debemos vivir en un marco de tolerancia hacia todas aquellas posiciones -religiosas, morales, etc.- que sean compatibles con el respeto de iguales libertades para los demás.

El estudio de la ética puede contribuir a pensar con claridad cuáles son las reglas morales y los ideales de vida a los que adherimos y poder revisar esos elementos críticamente. Además, a distinguir los ámbitos en los que es posible llegar a un consenso basado en razones y argumentos de aquellos en los que los desacuerdos no pueden ser superados, y a reflexionar acerca de las obligaciones que tenemos para con todas las personas, más allá de sus creencias morales.

Este estudio no debe consistir meramente en un conocimiento enciclopédico de las posiciones de distintos autores. Lo importante es desarrollar la capacidad para argumentar, centrarse en las justificaciones que ofrece un autor para sus posiciones, en cómo una posición generó o genera debate, qué objeciones se formulan, cómo se defiende una posición, etcétera.
Enlaces a sitios de interés

Discurso de Fernando Savater en la Universidad Simón Bolívar que encara el tema de la importancia de la ética para los jóvenes. (Fecha de consulta: 24 de agosto de 2000.)

Síntesis sobre la obra de John Rawls tomada y traducida al español de: Falikowski, Anthony, Moral Philosophy Theories. Skills and Aplications, Prentice Hall, Inc, 1990. (Fecha de consulta: 24 de agosto de 2000.)

Enciclopedia Standford de Filosofía (Stanford Encyclopedia of Philosophy): los artículos -en inglés- vinculados a ética son muy claros y están escritos por importantes especialistas.

Osvaldo Guariglia

Osvaldo Guariglia es doctor en Filosofía y licenciado en Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA, Argentina). Se desempeña como profesor titular de Ética en la carrera de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y es director del Instituto de Filosofía de dicha facultad. Es Investigador Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Escribió numerosos libros y artículos que han sido publicados tanto en la Argentina como en el extranjero. Entre sus libros más importantes podemos mencionar Ideología, verdad y legitimación (Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1993.) y Moralidad: Ética universalista y sujeto moral (Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1996).

Presocráticos

Se denomina de este modo a los filósofos griegos anteriores a Sócrates, por ejemplo Tales de Mileto y Pitágoras. La preocupación dominante de estos filósofos parece haber sido la comprensión del mundo natural, aunque la reflexión moral también aparece en algunos de ellos.

Aristóteles (384/3 a 322 antes de J.C.)

Nació en Estagira, Macedonia. Fue discípulo de Platón y fundador del Liceo, una de las instituciones filosóficas más importantes de la Antigüedad. Durante su estancia en la corte del rey Filipo de Macedonia, fue preceptor de Alejandro Magno. La influencia de la filosofía aristotélica se extiende hasta el presente. Escribió el primer tratado en el que la ética adquiere autonomía respecto de otras ramas de la filosofía: Ética a Nicómaco.

Sócrates (470/69 a 399 antes de J.C.)

Nació en Atenas, ciudad en la que vivió toda su vida y de la cual sólo se alejó para rendir servicios como soldado. Fue maestro de Platón y de muchos otros filósofos. Prefirió no escribir. Su discípulo Platón recopiló sus ideas en forma de diálogos.

Platón (428/7 a 347 antes de J.C.)

Nació en Atenas, descendiente de una familia aristocrática. Fue discípulo de Sócrates. Fundó la Academia. Junto con Aristóteles, su discípulo, ha sido uno de los filósofos más influyentes de la historia. Su interés por la política y la ética quedó plasmado en obras como República y Las Leyes.

Estoicos

El estoicismo fue una escuela filosófica griega y grecorromana, originalmente fundada en el siglo III antes de J.C. por el filósofo griego Zenón de Citio. El estoicismo romano -muy posterior (siglo I después de J.C.)- contó entre sus adeptos con personas tan distintas como Epicteto (que era un esclavo) o el emperador Marco Aurelio.

Demócrito (aprox. 460 antes de J.C.)

Filósofo presocrático, fue uno de los creadores del "atomismo", tesis que sostiene que el universo está formado exclusivamente por diminutos corpúsculos llamados átomos, separados por el vacío.

Epicuro (341 a 270 antes de J.C.)

Nació en Samos. Fundó en Atenas una escuela filosófica llamada Jardín. La preocupación central de la filosofía de Epicuro fue la ética. Defendió una concepción "hedonista" de la felicidad. Una vida feliz era para Epicuro una vida de placer. "Placer" era definido, fundamentalmente, como el resultado de la eliminación de los dolores físicos y espirituales.

San Agustín (354-430)

Nació en Tagaste (provincia romana de Numidia, África del Norte), de padre pagano y madre cristiana. Tras convertirse al cristianismo, fue ordenado sacerdote en Hipona (posteriormente fue nombrado obispo de dicha ciudad). Su obra filosófica y teológica estuvo profundamente influida por la filosofía de Platón y de los neoplatónicos.

Santo Tomás de Aquino (1225-1274)

Nació en las cercanías de Aquino, al norte de Nápoles. Estudió teología en la Universidad de Nápoles. Ingresó en la orden dominica. Produjo una inmensa obra filosófica y teológica, fuertemente influida por la filosofía de Aristóteles.

Tradición kantiana

Junto con la ética utilitarista, la ética kantiana ha sido una de las concepciones más influyentes dentro del pensamiento filosófico de la modernidad. Ambas éticas han tenido además importante influencia sobre el pensamiento político, especialmente sobre el liberalismo. Immanuel Kant (1724-1804) denomina "imperativo categórico" al criterio de corrección moral que propone. Las dos formulaciones más importantes del imperativo categórico son las siguientes:

1. "Obra de modo tal que puedas querer que la máxima de tu acción se convierta en ley universal." El imperativo categórico ordena actuar según reglas que sean universalizables, es decir, reglas que cada una de las personas pueda querer aplicar no sólo a la regulación de su propia conducta, sino a la de todos los demás.
2. "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre, al mismo tiempo, como un fin y nunca como un medio". Las personas tienen un valor absoluto: nunca debemos tratar a los seres humanos exclusivamente como instrumentos, como medios para nuestros propósitos, sino como fines en sí mismos. Decir que las personas son fines en sí mismos significa que todas las personas tienen igual dignidad moral, de lo que se deduce, como afirmó L. Nelson (filósofo neokantiano, fines del s. XIX, principios del XX), que lo que constituye un deber para un individuo en determinadas circunstancias, constituye un deber para cualquier otro individuo en las mismas circunstancias.

La influencia de Kant llega hasta nuestros días: las teorías de J. Habermas y de J. Rawls pueden ser consideradas diferentes reelaboraciones de la perspectiva kantiana.

Tradición utilitarista

Puede considerarse a Jeremy Benthan (1747-1833) y a John Stuart Mill (1806-1873) como los más destacados iniciadores de esta corriente de pensamiento ético, que continúa teniendo significativa influencia en la actualidad. Desde la perspectiva utilitarista, la corrección moral de una acción o de una norma depende del hecho de que maximice la cantidad de felicidad. Al pensar cuál de las acciones que está en nuestro poder realizar es la moralmente correcta, debemos poner en la balanza tanto nuestra felicidad o nuestros intereses como los de todos los demás individuos que serán afectados por la acción (y darles a los intereses de cada uno exactamente el mismo peso). Que una acción o una norma resulten moralmente correctas depende de que sean, entre todas las alternativas realizables, las que probablemente generen mayor incremento de felicidad, o las que supriman más sufrimiento. En consecuencia, la acción o la norma moralmente correctas son las que maximizan la utilidad, es decir, las que producen la mayor cantidad de felicidad.

John Rawls (1921)

Nació en Baltimore, Maryland (EE.UU.). Su libro Teoría de la justicia, publicado en 1971, constituye una de las bases fundamentales del renacimiento de la ética normativa.

Jürgen Habermas (1929)

Nació en Gummersbach, Alemania. Su propuesta ética, denominada "ética del discurso", constituye, junto con la teoría rawlsiana, una de las más influyentes de nuestros días.
textos: Mariano Garreta Leclercq ilustración: Jimena Tello edición: Cecilia Sagol y Marcelo Gargiulo
Tomado de http://www.educ.ar

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